Me gusta escribir, y la noche me inspira para hacerlo, asi que cuando no paro de darle vueltas a lo mismo, es una forma de 'descargar' dejarlo plasmado, además de que me suele ayudar a distanciarme y ver las cosas de forma objetiva.
Llevo semanas pensando, dando vueltas, analizando... y no soy capaz de tomar una decisión. Bueno, en realidad tampoco 'puedo' tomarla aún, hasta que no sepa los resultados de los exámenes el día 22... Pero es una decisión importante, mucho, y soy capaz de 'tenerlo claro' diez veces al día, alternando entre las dos opciones:
Ese es mi dilema. Que las entrañas me piden aceptar el desafío de mi marido y lo que clama mi corazón... y el cerebro me pide hacer realidad mi sueño. El problema es que el tren pasa para los dos por última vez, no puedo quedarme con las dos cosas, he de escoger una de ellas y no soy capaz de hacer la elección. Las dos me pesan demasiado, las dos son demasiado importantes para mí, las dos llevo mucho tiempo esperándolas... pero son incompatibles. Y quiero ese bebé, lo quiero... quiero oler su piel, sentirlo, gestarlo, amamantarlo, parirlo. Lo quiero. Quiero que mis hijos se tengan, que no estén solos, un tercer hermano, aunque se lleven tiempo entre ellos, siempre será un hermano. Pero quiero mi carrera. Es una espinita que tengo clavada desde mi juventud, es algo que le debo a mi madre, que me debo a mí misma. Es el motivo de mi tatuaje. Es el motivo de haberme presentado a las PAU+25. Quiero ser algo en la vida, no soporto más verme en esta espiral que me traga, donde no puedo pedir porque 'no soy'. Y quiero ser, necesito ser. Quiero ganarme la vida con algo que me guste. Y quiero estar ahí para que el día de mañana, cuando mis hijos me necesiten con los suyos, me tengan. Y eso solo es posible si consigo hacerme maestra... Maestra de chiquititos, que son los que me van, que es lo que me motiva. Pero si finalmente hago mi carrera, me quedará la pena en el alma de no haber tenido ese tercer hijo, y esa pena pesa mucho.
Los pros y los contras los he analizado mil veces, y en ambos casos tienen la balanza compensada... lo que uno resta por un lado, aporta por otro, y viceversa. Y no se qué hacer... no se qué hacer, porque deje la que deje, tome la decisión que tome, una parte de mi va a ser feliz y la otra pasará una etapa de duelo.
Y pienso por un lado que ahora los tengo grandes, que dentro de un par de años, cuando acabe el ciclo superior, podría comenzar mi carrera, que también quiero tener un sueldo decente de una vez por todas, que necesito ser algo y que quiero (mucho, muchísimo) tener el horario de los profesores para estar con mis hijos, y con los suyos cuando lo necesiten, siempre que no tengan colegio. Que necesito tener un trabajo en el que me sienta realizada y sentir que soy una pequeña piececita con su lugar en el mundo. Idealmente, debería haber sido la carrera antes y los hijos después, pero ¿acaso aun no estoy a tiempo?
Si tengo un bebé ahora, debería esperarme hasta que se hiciera mayor para poder [volver] a ponerme a estudiar, después de haberlo dejado [otra vez], por lo que ya haría una carrera más por satisfacción personal que para ejercer... o ejercer a los 50 años. Así que posiblemente renunciaría a la carrera. Significarían dos o tres años de auténtica locura [otra vez], justo ahora que lo comenzamos a pasar, y es que es muy duro subir a un bebé si los dos han de trabajar y no hay nadie que pueda echar una mano... Por no hablar de los dos años próximos que pasaríamos , a nivel económico, al quedarme en casa sin trabajar... embarazada primero y hasta que el bb tuviese su primer añito (y yo acabase el segundo año del ciclo). Sinceramente, tengo serias dudas de cómo saldríamos adelante durante tanto tiempo sin mi sueldo. Pero luego lo pienso, pienso que el bebé si que es compatible con el ciclo superior, y que aunque ahora no hay bolsa de trabajo también podría conseguir trabajar como soporte en un colegio (menos sueldo pero mismos horarios que los maestros) y que de una u otra forma saldríamos adelante... Y me imagino con el bebé, me imagino embarazada, me imagino dándole el pecho, me imagino sus risas, sus babitas, su olor... Me imagino a mi familia sentada en la mesa, ahora, y dentro de unos años, con sus vidas, sus parejas... Y quiero ese hijo. Y por un momento me da igual el mundo y sólo quiero ese hijo, y lo desea cada célula de mi cuerpo, mi corazón, mi mente... hasta que recuerda que significa renunciar a mi carrera, recuerda mi tatuaje, recuerda a mi madre, recuerda cuánto me gustaría tener una carrera. Y volvemos a empezar...
La verdad es que espero que el día 22 no decante obligatoriamente la balanza. Porque sólo lo haría en el caso de no haber aprobado, donde obligatoriamente el bebé queda descartado y todo lo mío aplazado por un año. Prefiero decidir y escoger yo, prefiero haber aprobado. ¡Deseo con el alma haber aprobado! Así que de momento, hasta el 22...
![]()
![Licencia de Creative Commons]()
Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.
Llevo semanas pensando, dando vueltas, analizando... y no soy capaz de tomar una decisión. Bueno, en realidad tampoco 'puedo' tomarla aún, hasta que no sepa los resultados de los exámenes el día 22... Pero es una decisión importante, mucho, y soy capaz de 'tenerlo claro' diez veces al día, alternando entre las dos opciones:
Ese es mi dilema. Que las entrañas me piden aceptar el desafío de mi marido y lo que clama mi corazón... y el cerebro me pide hacer realidad mi sueño. El problema es que el tren pasa para los dos por última vez, no puedo quedarme con las dos cosas, he de escoger una de ellas y no soy capaz de hacer la elección. Las dos me pesan demasiado, las dos son demasiado importantes para mí, las dos llevo mucho tiempo esperándolas... pero son incompatibles. Y quiero ese bebé, lo quiero... quiero oler su piel, sentirlo, gestarlo, amamantarlo, parirlo. Lo quiero. Quiero que mis hijos se tengan, que no estén solos, un tercer hermano, aunque se lleven tiempo entre ellos, siempre será un hermano. Pero quiero mi carrera. Es una espinita que tengo clavada desde mi juventud, es algo que le debo a mi madre, que me debo a mí misma. Es el motivo de mi tatuaje. Es el motivo de haberme presentado a las PAU+25. Quiero ser algo en la vida, no soporto más verme en esta espiral que me traga, donde no puedo pedir porque 'no soy'. Y quiero ser, necesito ser. Quiero ganarme la vida con algo que me guste. Y quiero estar ahí para que el día de mañana, cuando mis hijos me necesiten con los suyos, me tengan. Y eso solo es posible si consigo hacerme maestra... Maestra de chiquititos, que son los que me van, que es lo que me motiva. Pero si finalmente hago mi carrera, me quedará la pena en el alma de no haber tenido ese tercer hijo, y esa pena pesa mucho.
Los pros y los contras los he analizado mil veces, y en ambos casos tienen la balanza compensada... lo que uno resta por un lado, aporta por otro, y viceversa. Y no se qué hacer... no se qué hacer, porque deje la que deje, tome la decisión que tome, una parte de mi va a ser feliz y la otra pasará una etapa de duelo.
Y pienso por un lado que ahora los tengo grandes, que dentro de un par de años, cuando acabe el ciclo superior, podría comenzar mi carrera, que también quiero tener un sueldo decente de una vez por todas, que necesito ser algo y que quiero (mucho, muchísimo) tener el horario de los profesores para estar con mis hijos, y con los suyos cuando lo necesiten, siempre que no tengan colegio. Que necesito tener un trabajo en el que me sienta realizada y sentir que soy una pequeña piececita con su lugar en el mundo. Idealmente, debería haber sido la carrera antes y los hijos después, pero ¿acaso aun no estoy a tiempo?
Si tengo un bebé ahora, debería esperarme hasta que se hiciera mayor para poder [volver] a ponerme a estudiar, después de haberlo dejado [otra vez], por lo que ya haría una carrera más por satisfacción personal que para ejercer... o ejercer a los 50 años. Así que posiblemente renunciaría a la carrera. Significarían dos o tres años de auténtica locura [otra vez], justo ahora que lo comenzamos a pasar, y es que es muy duro subir a un bebé si los dos han de trabajar y no hay nadie que pueda echar una mano... Por no hablar de los dos años próximos que pasaríamos , a nivel económico, al quedarme en casa sin trabajar... embarazada primero y hasta que el bb tuviese su primer añito (y yo acabase el segundo año del ciclo). Sinceramente, tengo serias dudas de cómo saldríamos adelante durante tanto tiempo sin mi sueldo. Pero luego lo pienso, pienso que el bebé si que es compatible con el ciclo superior, y que aunque ahora no hay bolsa de trabajo también podría conseguir trabajar como soporte en un colegio (menos sueldo pero mismos horarios que los maestros) y que de una u otra forma saldríamos adelante... Y me imagino con el bebé, me imagino embarazada, me imagino dándole el pecho, me imagino sus risas, sus babitas, su olor... Me imagino a mi familia sentada en la mesa, ahora, y dentro de unos años, con sus vidas, sus parejas... Y quiero ese hijo. Y por un momento me da igual el mundo y sólo quiero ese hijo, y lo desea cada célula de mi cuerpo, mi corazón, mi mente... hasta que recuerda que significa renunciar a mi carrera, recuerda mi tatuaje, recuerda a mi madre, recuerda cuánto me gustaría tener una carrera. Y volvemos a empezar...
La verdad es que espero que el día 22 no decante obligatoriamente la balanza. Porque sólo lo haría en el caso de no haber aprobado, donde obligatoriamente el bebé queda descartado y todo lo mío aplazado por un año. Prefiero decidir y escoger yo, prefiero haber aprobado. ¡Deseo con el alma haber aprobado! Así que de momento, hasta el 22...


Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 Unported.