La vida y la muerte, ambas tan naturales y tan tabú muchas veces. En el caso de los nacimientos, quizás no es tanto tabú como desconocimiento del proceso en sí y miedo precisamente a que la vida acabe en muerte, pero en el caso de la muerte en sí misma creo que es sobre todo el miedo a lo desconocido lo que nos bloquea y la incapacidad de gestionar determinadas emociones, de sostenerlas y acompañarlas, lo que nos hace temerle.
Comencé a leer sobre la muerte cuando falleció mi madre, de la mano del libro "La muerte, un amanecer", de Elisabeth Kübler-Ross, libro al que eternamente le agradeceré el pedacito de paz que me aportó.
El año pasado, mientras estaba embarazada de mi tercer bebé, tuve el honor y la desgracia de vivir de cerca el camino de un precioso bebé que nació sano pero enfermó en el hospital para finalmente fallecer tras cuatro meses de luchar como un campeón día a día por su vida. Ese bebé tenía una hermanita mayor y a mi me preocupaba cómo podría encajar algo así una niña pequeña, si para mi, que era una persona adulta fue todo un shock, ¿cómo entendería una nenita que su hermanito se iba 'al cielo', que volvía a ser hija única, que no saldría del hospital? ¿Tendría miedo a la muerte, a que papá y mamá también murieran? ¿Comprendía lo que quería decir 'morir'? ¿Cómo afronta un niño volver al colegio tras una pérdida tan cercana?
En realidad los niños aceptan estas cosas con una naturalidad maravillosa, mucho mejor de lo que creemos. Quizás porque están libres de prejuicios, de miedos, son capaces de aceptar y gestionar sorprendentemente. Aun recuerdo a mi hijo mayor, cuando tenía añito y medio y mi madre murió, cómo iba a su habitación a buscarla y volvía con sus palmitas al aire y los hombritos encogidos diciendo "no tá", mirándome con cara de "¿dónde está mi yaya?". Los primeros días iba varias veces, de tanto en tanto te hacía el gesto interrogativo. Poco a poco dejó de ir a diario, poco a poco dejó de preguntarse/nos. Simplemente aceptó. Y el paso de los años borró el rastro de su memoria. Yo me empeñé en que recordase los mejores momentos que pasó junto a ella, explicándoselos, diciéndole cómo reía con ella, cuánto lo quería y cuánto la quería el a ella. Pero lo que hice fue crear un recuerdo en su memoria de MI recuerdo. El recuerda lo que yo le he repetido, pero no la recuerda a ella, mal que me pese.
Sin embargo, cuando se acerca el verano, cuando el ambiente cambia su olor, su color, cuando cambia la temperatura, la luz de los días, justamente en ese 'in pass' hacia la calurosa estación veraniega, todo huele y me hace sentir la misma sensación. Las fragancias, la percepción del exterior, me transportan a aquel final de primavera del 2003 en el que mi madre se tomó el permiso de descansar para siempre. Incluso aunque no haya 'caído' en que está cerca la fecha, un día de repente salgo a la calle y "huele así", es como algo 'raro' que flota en el ambiente que me rodea. Por esta experiencia personal, me ha llamado la atención que no fuese en realidad una percepción tan personal como yo creía, al encontrarme con un blog (fundación MLC) que nos habla sobre el duelo infantil en verano:
"Los fallecimientos que ocurren durante la época estival tiene características especiales, no por lo que implica la pérdida en sí, sino por la época del año en que sucede, que sí que tiene elementos diferenciadores. El equipo de psicólogos de FMLC analiza cómo atender el duelo infantil en esta época del año."
Pero volviendo al pequeño Alejandro, al bebé de luz, a la estrellita preciosa que marchó demasiado pronto y a su hermanita, retomé este tema y busqué y pregunté por recursos para poder ayudar a los niños a gestionar la muerte y para que los adultos seamos capaces de acompañarlos en el proceso y de hablarles con naturalidad sobre ella, puesto que aunque sea dolorosa, forma parte de la propia vida. Y de esa búsqueda, cómo no, salieron un montón de maravillosos cuentos.
Este es mi pequeño homenaje a ese bebé luchador que hoy, 31 de enero y coincidiendo con el cumpleaños de mi hijo mayor, hace un año que murió. Un homenaje en forma de bonitos cuentos para ayudar a otros niños a comprender algo que en realidad es incomprensible.
Un besito de luz, pequeña estrella.
Títulos recopilados:
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Comencé a leer sobre la muerte cuando falleció mi madre, de la mano del libro "La muerte, un amanecer", de Elisabeth Kübler-Ross, libro al que eternamente le agradeceré el pedacito de paz que me aportó.
Elisabeth Kübler-Ross, M.D. (Zúrich,8 de julio de 1926 - Scottsdale, Arizona, 24 de agosto de 2004). Psiquiatra suizo-estadounidense, una de las mayores expertas mundiales en la muerte, los moribundos y los cuidados paliativos, que trató de difundir todo aquello que había aprendido escribiendo varios libros.
Se licenció en medicina en la Universität Zürich en 1957 y en 1958, se mudó a Nueva York, donde continuó sus investigaciones.
Empezó como residente con pacientes a punto de morir y más tarde fue dando conferencias sobre el tratamiento de moribundos. Toda su obra versa sobre la muerte y el acto de morir y va describiendo diferentes fases del enfermo según va llegando su muerte (modelo Kübler-Ross: negación, ira, negociación, depresión y aceptación).
No participó en el movimiento de cuidados paliativos, aunque sus compañeros la animaran. Se graduó en psiquiatría en la University of Colorado en 1963 y recibió 23 doctorados honoríficos.
El año pasado, mientras estaba embarazada de mi tercer bebé, tuve el honor y la desgracia de vivir de cerca el camino de un precioso bebé que nació sano pero enfermó en el hospital para finalmente fallecer tras cuatro meses de luchar como un campeón día a día por su vida. Ese bebé tenía una hermanita mayor y a mi me preocupaba cómo podría encajar algo así una niña pequeña, si para mi, que era una persona adulta fue todo un shock, ¿cómo entendería una nenita que su hermanito se iba 'al cielo', que volvía a ser hija única, que no saldría del hospital? ¿Tendría miedo a la muerte, a que papá y mamá también murieran? ¿Comprendía lo que quería decir 'morir'? ¿Cómo afronta un niño volver al colegio tras una pérdida tan cercana?
En realidad los niños aceptan estas cosas con una naturalidad maravillosa, mucho mejor de lo que creemos. Quizás porque están libres de prejuicios, de miedos, son capaces de aceptar y gestionar sorprendentemente. Aun recuerdo a mi hijo mayor, cuando tenía añito y medio y mi madre murió, cómo iba a su habitación a buscarla y volvía con sus palmitas al aire y los hombritos encogidos diciendo "no tá", mirándome con cara de "¿dónde está mi yaya?". Los primeros días iba varias veces, de tanto en tanto te hacía el gesto interrogativo. Poco a poco dejó de ir a diario, poco a poco dejó de preguntarse/nos. Simplemente aceptó. Y el paso de los años borró el rastro de su memoria. Yo me empeñé en que recordase los mejores momentos que pasó junto a ella, explicándoselos, diciéndole cómo reía con ella, cuánto lo quería y cuánto la quería el a ella. Pero lo que hice fue crear un recuerdo en su memoria de MI recuerdo. El recuerda lo que yo le he repetido, pero no la recuerda a ella, mal que me pese.
Sin embargo, cuando se acerca el verano, cuando el ambiente cambia su olor, su color, cuando cambia la temperatura, la luz de los días, justamente en ese 'in pass' hacia la calurosa estación veraniega, todo huele y me hace sentir la misma sensación. Las fragancias, la percepción del exterior, me transportan a aquel final de primavera del 2003 en el que mi madre se tomó el permiso de descansar para siempre. Incluso aunque no haya 'caído' en que está cerca la fecha, un día de repente salgo a la calle y "huele así", es como algo 'raro' que flota en el ambiente que me rodea. Por esta experiencia personal, me ha llamado la atención que no fuese en realidad una percepción tan personal como yo creía, al encontrarme con un blog (fundación MLC) que nos habla sobre el duelo infantil en verano:
"Los fallecimientos que ocurren durante la época estival tiene características especiales, no por lo que implica la pérdida en sí, sino por la época del año en que sucede, que sí que tiene elementos diferenciadores. El equipo de psicólogos de FMLC analiza cómo atender el duelo infantil en esta época del año."
Pero volviendo al pequeño Alejandro, al bebé de luz, a la estrellita preciosa que marchó demasiado pronto y a su hermanita, retomé este tema y busqué y pregunté por recursos para poder ayudar a los niños a gestionar la muerte y para que los adultos seamos capaces de acompañarlos en el proceso y de hablarles con naturalidad sobre ella, puesto que aunque sea dolorosa, forma parte de la propia vida. Y de esa búsqueda, cómo no, salieron un montón de maravillosos cuentos.
Este es mi pequeño homenaje a ese bebé luchador que hoy, 31 de enero y coincidiendo con el cumpleaños de mi hijo mayor, hace un año que murió. Un homenaje en forma de bonitos cuentos para ayudar a otros niños a comprender algo que en realidad es incomprensible.
Un besito de luz, pequeña estrella.
Títulos recopilados:
- "Así es la vida" (o "Així es la vida", en catalán), Ana-Luisa Ramírez Giménez y Carmen Ramírez Giménez (Editorial Diálogo). El cuento ayuda a entender que en la vida, a parte de muchas ocasiones buenas, nos podemos encontrar con obstáculos y situaciones que no deseamos o no esperamos pero que siempre hay alternativas que nos ayudarán a aprender y descubrir cosas nuevas. "Seguramente, cuando las cosas no salen como quisiéramos, es porque se nos está invitando a hacer nuevos descubrimientos. Cada día se estrena cada vida. ¡Y no nos la podemos perder!"
- "El libro triste", Blake, Quentin. Rosen, Michael. Este cuento habla de la tristeza de un padre que ha perdido a su hijo
- "El pato y la muerte", Erlbruch, Wolf. Siempre llega un momento en que el niño se pregunta sobre la muerte. Ingenuamente, con toda la naturalidad del mundo. Los padres lo saben, pero pocas veces tienen preparada una respuesta simple y convincente. El personaje de la muerte en este libro de Erlbruch es una acompañante silenciosa y leve como una pluma, siempre presente aunque no la percibamos: Desde hacía tiempo, el pato notaba algo extraño. -¿Quién eres? ¿Por qué me sigues tan de cerca y sin hacer ruido? La muerte le contestó: -Me alegro de que por fin me hayas visto. Soy la muerte. El pato se asustó. Quién no lo habría hecho. -¿Ya vienes a buscarme? -He estado cerca de ti desde el día en que naciste... por si acaso. -¿Por si acaso? -preguntó el pato. -Sí, por si te pasaba algo. Un resfriado serio, un accidente... ¡nunca se sabe! - Sí, nunca se sabe... pero si de algo podemos estar seguros es que Wolf Erlbruch responde con sencillez las grandes preguntas con la poesía de sus ilustraciones y de sus historias. Para niños y adultos.
- "Es así", Paloma Valdivia. El ciclo de la vida es muy sencillo. Algunos estamos, otros se han ido y unos más llegarán. El trabajo de la ilustradora chilena Paloma Valdivia nos recuerda que el presente es el único momento que debemos disfrutar, porque es una ley que hemos de saludar para después despedirnos de este mundo
- "El corazón y la botella', Oliver Jeffers. Una niña guarda su corazón en una botella, pensando que así lo cuidará mejor. Pero, a cambio de no volver a sentirse triste, la curiosidad y la capacidad de asombro no le acompañaron más. A través de ella toca el tema de la muerte y relata cómo la pequeña -que en algún momento fue feliz- trata de sobreponerse y ser de nuevo una niña alegre
- "El árbol de los recuerdos", Britta Teckentrup. Este álbum nos cuenta el final de la larga y feliz vida de un zorro que, cansado, decide ir a buscar su lugar favorito en el claro del bosque para observar por última vez sus árboles y quedarse dormido para siempre. La nieve, junto con los animales del bosque, serán los encargados de ir despidiéndose del zorro. El silencio invade este historia hasta que cada animal que ha compartido la vida con el zorro van desgranando sus recuerdos. Esta historia, dulce y reconfortante, celebra la vida y todos los recuerdos que permanecen en nosotros tras la muerte de un ser querido. Y lo importante que es mantenerlos y compartirlos para que esa persona no muera definitivamente.
- "Para siempre", Alan Durant. Nutria, Topo, Zorro y Liebre vivían juntos en una casa del bosque. Eran una familia feliz y todos se querían mucho. Pero un día, Zorro enfermó, fue adelgazando y estaba triste. Una mañana se fue solo al bosque y no volvió.
- "Te echo de menos", Paul Verrept. A los amigos que se han mudado de barrio puedes ir a visitarlos; pero cuando una persona que amas ha muerto, quiere decir que no la vuelves a ver más en este mundo y que vas a echarla mucho de menos.
- "La pelota de oro", Kristien Dieltiens. Este cuento trata del proceso de nacer, de poder vivir la propia infancia en su momento y de la muerte como parte de la vida. Se puede contar en cada cumpleaños, sin el capítulo de la muerte. Cuando muere alguien cercano al niño, la vida de esa persona puede tener un lugar en este cuento.
- "Cuando estoy triste ante la pérdida de un ser querido", Michaelene Mundy. Ahora, los niños que sufren tendrán un amigo, una guía escrita por una experta, para ayudarles a sobrellevar el dolor. Cuando estoy triste ofrece a los niños de todas las edades (y a cuantos cuidan de ellos) un libro realista que ofrece sugerencias positivas y vitalistas para ayudarles en los trances más dolorosos. En estas páginas pueden aprender a vivir el dolor con ese ánimo realista y saludable que ayuda a crecer.
- "Cuando estoy triste", Tracey Moroney. Con este libro experimentaremos cómo se siente nuestro amigo el conejo cuando se encuentra triste. Nos adentraremos en el mundo de los sentimientos humanos. El libro tiene texturas y relieve en sus páginas.
- "Como todo lo que nace", de Elisabeth Brami y Tom Schamp (Editorial Kónikos). Haciendo comparaciones con otros elementos cuotidianos, plantas, frutos, animales... y su proceso hasta que acaban desapareciendo o muriendo por diferentes causas, el cuento eplica el concepto de finitud relativo a la muerte. Una forma realista y sencilla que explicar el proceso irreversible e inevitable al que todos llegamos cuando se acaba nusetro tiempo.
- "¿Dónde van los globos?", de Jamie Lee Curtis y Laura Cornell (Editorial Serres). Un niño deja escapar sin querer su globo y se pregunta ¿donde irán los globos que se escapan?. ¿Bailarán allí arriba? ¿Llegarán a tocar las estrellas? ¿Habrá silencio donde estan? ¿Se acordaran de nosotros?
Un libro con pegatinas que plantea el tema de dejar ir las cosas. Pueden hacerse paralelismos con la muerte o la pérdida de un ser querido por otras circunstancias. - "Cuerpo de nube", Ana Eulate y Mónica Carretero. Un corderito diferente. Su cuerpo no tiene lana, sino una nube. Un cuento para grandes y pequeños sobre la aceptación de las diferencias y que ayuda a afrontar la pérdida de un ser querido. Porque muchas veces lo que nos ocurre es una oportunidad para crecer y para aprender de las circunstancias que nos toca vivir.
- "El hilo de la vida", L. Dwight Holden y Michael Cheswort. Este libro ilustrado recorre la vida para aquellos momentos más emotivos: la infancia, el amor, el nacimiento de un hijo, la muerte de una persona amada,... Todo se explica de una manera muy gráfica, sutil y acertada. Las ilustraciones son las protagonistas, como también el hilo de lana roja que debe seguirse durante todo el cuento.
- "El niño que aprendió a volar", Alexandre Honrado y José Miguel Ribeiro. Editorial: Kalandraka. Una invitación a dejar volar la imaginación, a buscar en los libros la solución a todas las preguntas y a mantener vivo en la memoria el recuerdo de los seres queridos.
- "El barco del abuelo", Michael Catchpool. Desde que el abuelo murió, su querido barco, el Bígaro, ha quedado abandonado e inservible. La familia está demasiado triste para limpiarlo y pintarlo. Pero papá se da cuenta de que si recuperan el barco también recuperarán los recuerdos del abuelo. A partir de 5 o 6 años.
- "El ángel del abuelo", Jutta Bauer. Siempre era el más fuerte, subía a los árboles más altos y saltaba a los lagos más profundos, sin darse cuenta de los peligros a los que se exponía… ¿Cómo era posible? ¿Por qué salía airoso de las situaciones más problemáticas? El abuelo tenía la suerte de que alguien cuidaba de él: ¡El ángel del abuelo!
- "¿Dónde está el abuelo?", Mar Cortina. Esta es la pregunta que se hace una niña que hace unos días que no ve a su abuelo, no está. Pregunta a su madre, a su padre, a su abuela… y obtiene diferentes respuestas…
- "Una casa para el abuelo", Grassa Toro.Una casa para el abuelo es un álbum que despierta reacciones opuestas. Su apuesta por la sugerencia, en el plano literario, y por el empleo de materiales “poco nobles” en la construcción visual exigen del lector una sintonía especial. No se refugia ni en el manierismo poético ni en el deslumbramiento visual. Por el contrario, su virtud radica en que es una narración depurada que posibilita lecturas muy diversas. Isidro Ferrer aporta esa coreografía de movimientos, creación de espacios e integración de volúmenes que caracteriza su meditado diseño-ilustración. Grassa Toro dota de espíritu, razón y sinrazón a una hermosa historia que subraya la libertad interpretativa del lector, cualquiera que sea su edad.
- "¡Buenas noches, abuelo!, Roser Bausà i Carme Peris. Marta ha perdido a su abuelo y su madre la consuela en el jardín, mirando el cielo estrellado. De pronto, Marta cree ver cómo una estrella le hace guiños. ¿Podria ser el abuelo?
- "Cuando los abuelos nos dejan. Cómo superar el dolor", Victoria Ryan. Perder un abuelo es a menudo la primera experiencia de dolor a la que se enfrenta el niño. La experiencia puede ser tan desconcertante como dolorosa. Para explicar lo que ocurre desde el punto de vista infantil, los duendecillos de este libro describen los difíciles días anteriores y los posteriores a la muerte de un abuelo
- "Abuelo, ¿dónde estás?", Elisa Mantoni. Nuestro pequeño protagonista llega a casa y todo su afán es saludar al abuelo. Lo busca y lo llama por todas partes, pero no lo encuentra. Su madre le dice que se ha marchado para hacer un largo viaje. El desconsuelo del pequeño no puede ser mayor. Piensa qué ha podido hacer que no gustase al abuelo y éste haya tomado tan drástica decisión. Finalmente, su madre se lo explica con claridad. Tierna y sugerente, esta entrañable historia aborda un tema difícil: el de la muerte, además de exponer la necesidad de explicar a los niños las cosas sin disfraz, pero con amor y delicadeza. Las ilustraciones redondean el magnífico resultado.
- "El mejor truco del abuelo", L. Dwight Holden y Michael Chesworth.Ésta es una historia verdadera acerca del modo en que una niña experimenta la enfermedad y muerte de su abuelo. Da respuestas a preguntas que quizá el niño no sepa expresar. Aquéllos que amamos, nunca abandonan nuestro corazón... Éste es el mejor truco del amor .
- "Nana vieja", Margaret Wild y Ron Brooks. Nana Vieja y su nieta habían vivido juntas durante mucho, mucho tiempo. Habían compartido infinidad de cosas de la vida, pero una mañana Nana Vieja no se levantó como de costumbre para ir a desayunar; estaba enferma, muy enferma… Hasta que un día, haciendo un gran esfuerzo, pone con calma todas sus cosas en orden y realiza con su nieta un largo paseo para ver cosas maravillosas a modo de despedida. Esta historia que habla de la vida, de los momentos que compartimos con los demás, es de una belleza casi infinita. Ayuda al niño a disfrutar de los momentos del día a día y a ser capaz, aunque duela, de poder despedirse.
- "Abuelita" ("Grandmother"), de Franz Hübner y Kirsten. Tomás es un niño afortunado, vive en una preciosa casa en el campo, con sus papás y rodeado de sus amigos los conejos. Además, Tomás tiene una abuela fenomenal a la que adora. Pero un día, la abuelita de Tomás muere y el feliz universo el niño se derrumba. Sin embargo, y a pesar de la tristeza, Tomás llegará a entender el último y reconfortante consejo de su abuela..
- "Julia tiene una estrella", de Eduard Jose, con ilustraciones de Valentí Gubianas* o Noemí Villamuza. Julia tiene cinco años y sus mejores amigos son Cristina y Pablo. Cristina quiere mucho a su perrita Luna, Pablo toca la armónica y Julia tiene...¡una estrella!. Un día su mamá, que estaba enferma, le dijo que le habían propuesto un trabajo en una estrella. Claro ese sería un secreto entre las dos y nadie más podía saberlo. Julia, cada noche, antes de ir a la cama, contempla la estrella de su mamá. Álbum ilustrado de rico color y con suaves tonos en sintonía con la historia que afronta la muerte de manera poética.
- "Mamá", Iñaki Zubeldia. Beatriz tiene ocho años y un hermano que se llama Álex. Beatriz echa mucho de menos a su mamá, que murió cuando ella tenía siete años por un cáncer de mama reincidente. Mamá les explicó a ella y a su hermano qué era el cáncer y porqué se caía el cabello, también lo que era un cementerio, y que en el cielo hay una estrella muy hermosa iluminando a su familia.
- "No es fácil, pequeña ardilla", de Lupe Rodriguez. Habla de una ardilla que pierde a su madre y de los sentimientos de dolor que ésta experimenta. Poco a poco, la ardilla acepta la ausencia definitiva de la madre y surge su recuerdo.La historia da cuenta de un proceso que afecta a la ardilla en tres etapas: el duelo, la aceptación y el recuerdo. También en cuanto a que la ardilla experimenta una evolución, un crecimiento emocional o psicológico.
- "Una mamá para Owen", Marion Dane Bauer.Owen, el pequeño hipopótamo, y su mamá eran grandes amigos. Les encantaba jugar a esconderse en las orillas del río Sabaki, en África. Eso fue antes de que llegara el tsunami y se llevara todo lo que rodeaba a Owen. Pero cuando paró la lluvia, Owen se hizo amigo de Mzee, una tortuga macho marrón y gris. Jugaba con él, se acurrucaba junto a él, y decidió que Mzee sería su mejor amigo y su nueva mamá. Inspirado en una historia real acaecida tras el tsunami de 2004.
- "El niño de las estrellas" (O "El nen dels estels"), Patrik Somers. Clara está muy triste por la muerte de su hermanito Miguel. Explicarlo en la escuela y hablarlo con su profesora y amigos le ha servido para entender un poco mejor la situación. Conforme explicaba lo que había pasado, se sentía más cerca de su hermano: Miguel estaba demasiado enfermo para poder vivir y jugar con ella. Ahora Clara sabe que todos nos tenemos que morir, también ella y cuando esto pase, alguien la recordará como ell recuerda a Miguel.
- "El cuento de Thumpy", Nancy C. Dodge. Thumpy, el conejito comparte el dolor y las preocupaciones que siente cuando muere su hermana repentinamente. La familia se une y se da ayuda mutua para sanar la pérdida y crecer en una experiencia curativa. Este libro, leído en compañía de un adulto, suscita en el niño preguntas que nos orientarán en el mapa de su estado emocional.
- "Más allá del gran río", Armin Beuscher. El mapache y la liebre son buenos amigos, pero la liebre debe ir sola a cruzar el gran río, al último viaje. Sabe que va a morir y el mapache se queda muy triste. Los amigos de la liebre descubrirán cómo el dolor por su muerte puede mitigarse con la música, los recuerdos y la esperanza de que a la liebre le gustará, allá donde esté. Un gran cuento para comentar con los pequeños el tema de la muerte de un ser querido.
- "¡Vuela, mariposa!¡Vuela!", Lydia Giménez Llort. Es un relato sencillo sobre la experiencia de un ratoncito pequeño que afronta la separación de su amiga oruga. Nos habla de los sentimientos de amor que inundan nuestros corazones durante la vida y se tornan en dolor cuando se produce la separación. Nos muestra las distintas fases de la pena y los sentimientos más comunes durante el proceso de elaboración del duelo hasta llegar a su resolución. Oyakudachi es una palabra japonesa que significa 'ponernos en la piel de otro', un ejercicio innato de nuestra espiritualidad. El cuento se basa en el concepto de oyakudachi porque el niño puede sentirse identificado con el ratoncito y comprobar, a lo largo de la historia, que comparte con él sus sentimientos. Nos muestra las distintas fases de la pena y los sentimientos mas comunes durante el proceso de elaboracion del duelo hasta llegar a su resolucion. Incluye (al final) una guia para adultos sobre las fases del duelo, como lo viven los niños y referencias a canciones que nos ayudan a reflexionar y superar este amargo trance.
- "Yo siempre te querré", Hans Wilhem. Este libro es la historia de Elfi, la mejor perrita del mundo. Y también de la profunda amistad entre un niño y un perro. Se crían juntos, pero Elfi crece mas deprisa que su joven dueño, y después de una feliz vida de perro llega el momento en que Elfi se despide para siempre.
Este libro muestra sobre todo la importancia que tiene expresar los sentimientos. - "Gracias, tejón", Susan Varley. Tejón era un viejo gran amigo, siempre dispuesto a ayudar a los demás. Con su muerte, sus amigos consiguen recordarlo por sus buenos momentos juntos en lugar de dejar que la tristeza por su falta sea el único recuerdo.
MÁS RECURSOS:
- "Explícame qué ha pasado", Guía para ayudar a los adultos a hablar de la muerte y el duelo con los niños.
- Existen diferentes grupos de apoyo a nivel mundial, puedes consultarlos en la web "Tanatología.org", "AMAD Asociación de Ayuda Mútua Ante el Duelo" y en "AVES grup de dol". También existen varios grupos para pérdidas gestacionales y neonatales (próx.link).
- Alfinlibros es una librería online especializada en libros sobre acompañamiento a enfermos, cuidados paliativos, muerte y duelo, y otras pérdidas como separación y divorcio.
- "EL CAMI D’EN DAN" y "EL CAMI DE LA LUA", son dos cuentos ilustrados que hablan del proceso de duelo que viven los protagonistas. Estos cuentos quieren facilitar, a familiares y educadores, el diálogo y la expresión de las emociones propias del proceso de duelo con los niños que han sufrido la muerte del padre o de la madre. Están a disposición de toda persona interesada: El punto central de recogida es en AVES, C/Córsega 271, Barcelona. Tf.: 93 217 11 50
Para contactar: artiabsencia@avesgams.org
- "La muerte y los niños", guía donde se abordan todos los temas para saber prestar apoyo a los niños, por Higinia Fernández Peña, licenciada en psicología por la UCM, especializada en infantil y juvenil en el centro"Creciendo".
- Más cuentos en Pinterest y más cuentos en "adoptivanet"
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